Mi seudónimo
Seudónimo: Ameti, escritora de cuentos.
La niña de los deseos
Tilín, talan, tilín, talan… La niña Amelia subía y bajaba en el columpio. Llevaba ya una hora ella sola en el parque jugando, nadie más estaba, ni sus habituales compañeros de juego, con los que pasaba esas largas tardes de verano. Esas tardes, cuyo tiempo parecía interminable pues era la época donde la hora no tenía límites, donde no había horarios estrictos y el juego y el divertimento predominaban sobre las demás cosas.
Mientras Amelia se balanceaba en el columpio e intentaba
pensar dónde podrían estar sus amigos, miró hacia arriba y vio como surcaba por
el cielo una estrella fugaz; estupefacta, se olvidó por completo de sus amigos
y rápidamente pensó un deseo, con la esperanza de que se viera cumplido. En este
mismo momento, se le encendió la bombilla y recordó dónde estaban sus amigos y
es que habían quedado en ir al circo, ya que solo iban a tener dos días asistir.
Por primera vez, iban a poder ver acróbatas, malabaristas, trapecistas, mimos y
muchísimas cosas más. Amelia, en cambio, se había olvidado y, aun sabiendo que
seguramente no iba a llegar a la hora, salió corriendo como alma que lleva al
diablo para, al menos, intentar ver algo del espectáculo.
Cuando llegó a la entrada del circo, la pobre Amelia, que
era un poco despistada, se había olvidado por completo de la entrada del circo,
por lo que no le dejaron entrar y al final se quedó sin ver absolutamente nada
del espectáculo, ni siquiera pudo vislumbrar a sus amigos para que le ayudaran
a entrar, por lo que, finalmente, tuvo que marcharse cabizbaja y muy triste.
Cuando llevaba caminando un largo tiempo hacia casa y la carpa del circo a penas
se distinguía, oyó un ruido enorme y de repente vio cómo el cielo se iluminaba.
Sin embargo, siguió caminando sin volver la mirada.
Seguro que estas navidades muchas familias reglan este cuento a sus hijos y niños allegados.
ResponderEliminarAh, y me congratula ver que todavía queda gente que usa -¡y adecuadamente!- el punto y coma en sus escritos.
Una curiosidad: Me ha resultado extraña la expresión "(a Amelia) no le dejaron entrar", pues yo hubiera escrito "la dejaron...". He estado investigando, recordando el análisis de esos verbos (dejar, permitir...) y he descubierto que las dos expreiones son correctas, que "Amelia" puede ser tanto complemento directo como indirecto. ¡Y lo que me entretienen estas pesquisas, gracias!